lunes, 10 de diciembre de 2012

Capítulo 14 -Ángela-


OSCAR:
Huíamos de los profesionales que nos seguían. Llegamos a la cornucopia y vimos que no ya no quedaba comida, lo que nos decía que los profesionales no iban a estar quietos. Fer y Marco se paran en un árbol, aunque sean mas rápidos no tienen mas resistencia.
Callejeamos y nos metemos dentro de una casa. La miramos y la examinamos, solo hay cosas antiguas, sillones, sillas…
-Mirar que televisión, es súper antigua. –digo.
Cristina y Carlos miran por los armarios, Paula está en el piso de arriba con Sandra y yo miro las cosas antiguas que hay aquí. 
Me siento en el sillón, una nube de polvo me ahoga mientras Cristina y Carlos se ríen de mí. No puedo hacer otra cosa que sonreír. 
-Arriba hay solo tres camas. –dice Sandra. –dos tendrán que dormir en el suelo.
-Y quien te ha dicho a ti eso, yo duermo en el sillón. –digo riéndome.
Abro la antigua nevera y observo, hay un paquete de salchichas y una botella de leche. 
-Creo que a los del Ocentolio les damos un poco de pena. –digo. 
Abro las salchichas y las encuentro cubiertas de moho.
-Retiro lo dicho. –vuelvo a decir.

CRIS:
Corro hacia la botella de leche y la abro mientras Oscar dice:
-Retiro lo dicho.
Pego un gran sorbo y acto seguido lo escupo apartándome. 
-Valla asco de leche. Tiene que estar caducada porque está rancia. –grito.
Tiro la botella al suelo. Cojo el mando de la televisión he intento encenderla, cosa que no puedo. Veo a Sandra intentando encender la luz pero la electricidad no funciona.

La puerta se abre de golpe y entran Álvaro y Aitana. 
-Iros, esta casa ahora es nuestra. –dice Álvaro con un cuchillo en la mano.
Saco los míos y los tiro en el brazo. Álvaro se encuentra en el suelo. Aitana se agacha a ayudarlos y de la puerta de la cocina sale Ángela.

OSCAR:
Ángela se agacha y le quita los cuchillos a Álvaro. 
-¡Que habéis hecho! –nos grita. -¿Estáis locos? 
Álvaro se levanta, mira a Cristina y dice:
-Mi salvadora ha intentado matarme, no me lo esperaba.
-Nos iremos. –dice Aitana.
Ángela, Álvaro y Aitana salen corriendo cuesta abajo.
Voy a la cocina y cojo un paño. Me dirijo al salón y limpio la mesa. Nos sentamos callados, nadie tiene ganas de hablar. Los juegos empiezan a ser pesados y ya empieza a oscurecer. 

CRIS:
Creo que el Ocentolio ya se está empezando a cansar de estos juegos, así que seguramente lo que van ha hacer es hacernos la vida imposible. 
-¿Quien creéis que va a salir de aquí con vida? –pregunta Paula.
-Yo creo que Fénix, Laura o Fer. Son los favoritos del Ocentolio. –dice Sandra.
La verdad es que si, los del Ocendistric uno y los del Ocendistric dos son los favoritos del Ocentolio así que les mandarán paracaídas con comida y con abrigos o ropa de cambio.
Unos pasos se escuchan fuera de la casa. Todos nos asomamos por la ventana y vemos a Ángela correr y subir las escaleras. La abrimos y pasa corriendo. Se tira al suelo.
-¿¿Qué te pasa?? –la pregunto.
-Aitana casi me mata porque quería estar con Álvaro. Me ha echado a empujones y amenazándome. –me contesta.

OSCAR:
Cogemos a Ángela y la tumbamos en el sillón. La cerramos los ojos hasta que se duerme. 
-Necesita ayuda, podemos aliarnos con ella. –digo tartamudeando.
Los profesionales pasan por las calles mirando y buscando algún tributo despistado. 

-Yo creo que va a sobrevivir Edu porque es grande y es lo bastante fuerte para matar a los demás. –digo.
-Hasta el final sobrevivirá Aitana porq...
-No lo hará. -Todos nos sorprendemos mucho al oír la voz cortante de Cristina.
La miro y me parece ver furia en sus ojos, la arena la está cambiando.
Va a salir por la puerta, yo me quedo quieto y mirándola desde atrás. Me mira de reojo y vuelve sobre sus pasos, se vuelve a sentar en el sofá y la veo mirar por la ventana y sonreír. Sigo su mirada y descubro que llueve.
CRIS:
Cuando vi que Óscar miraba la lluvia aparté la mirada, me sentía mal por todo. Con todo lo que había ocurrido estaba distante, no él, sino yo. S
sentí su mirada como punzadas de dolor cuando fui a salir por la puerta. Pero no pasaba nada, no habría conseguido andar ni tres metros pues el tobillo se me había hinchado y solo conseguía cojear. Maldita sea.
Hoy había sido un día muy largo, esperaba que mañana las cosas cambiasen. Pero no sabía lo mucho que iban a torcerse las cosas, al fin y al cabo, estos son los OcenGames.

martes, 4 de diciembre de 2012

Capítulo 13 -¿Creías que te iba a olvidar? -


CAPÍTULO 13 – ¿CREÍAS QUE TE IBA A ABANDONAR? -

CRIS:
Paula no pegó ojo en toda la noche, se quedaba mirando al cielo mientras los demás dormíamos inquietos. Teníamos miedo de lo que pudiera pasar, de las locuras que era capaz de hacer Paula.

-Óscar…  -Susurré su nombre y él me miró.
-¿Qué pasa?
-¿Qué vamos a hacer con Paula?
-Nada…

Volvió a hundir su cabeza en el abrigo y siguió durmiendo. ¿Nada? Con que eso era lo que él pensaba hacer… Pues yo no lo consentiría.

ÓSCAR:
Nos despertamos por la mañana, con los ojos rojos y una sensación muy extraña. Miré hacia todos lados y empecé a pensar que algo había ocurrido, pero Paula seguía allí, más furiosa que ayer y con fuerzas renovadas. Buscaba venganza.

-Paula, debes tranquilizarte. –Sandra fue la única que se atrevió a decir algo, y lo único que consiguió fue una mirada fulminante de Paula. –En serio, ahora estamos todos juntos en esto.
-¿Y qué quieres que haga? –Preguntó furiosa, y luego gritó -: ¡¿Quedarme sin hacer nada mientras el asesino de Lorena anda suelto?!
-¡¡No!! –Todos se quedaron en silencio mientras me miraban. –No vamos a quedarnos parados, averiguaremos quién la mató y luego él será el siguiente en morir.

Paula pareció mirarme y darme las gracias, no se creía que yo hubiese dicho eso, pero ella no me conocía.

-¿Dónde está Cristina?

Todos miramos rápidamente a Carlos y él nos enseñó una manta que hacía bulto, justo donde debía estar ella.

-¿Nos ha traicionado? –Preguntó Sandra.
-Sí, seguramente se habrá dado cuenta de que yo buscaba venganza y que no podía salir nada bueno de aquí. –Paula parecía tan convencida como Sandra, pero yo solo me quedé parado, como en estado de shock.
-Yo no estoy tan seguro, –miré a Carlos y él parecía muy seguro en sus palabras –si no se habría llevado a Óscar.

Sonreí pensando en que eso fuese posible, pero tenía delante de mis ojos la prueba de que aquello era mentira. Se ha ido sin mí…

CRIS:
No tenía nada que hacer allí, buscar yo misma las respuestas era lo correcto. No podría haberme quedado parada mientras que Paula buscaba venganza y Óscar no estaba dispuesto a hacer nada. Me dolió, pero no les había abandonado, por supuesto que no. Todos tenemos derecho a irnos por libres, al menos eso es algo que se nos permite en los Ocen Games. Además estaba dispuesta a volver cuando encontrase lo que quería.

Llegué al pueblo y empecé a caminar por un camino de piedras, pasaba un parque y vi un árbol. Recordé todas esas veces que había visto a Óscar subirse a un árbol e intenté hacer lo mismo, nunca lo había conseguido.

-¿En serio la hiciste eso tío?

Oía pisadas, voces y risas. Eso solo podía significar una cosa: profesionales. Siempre pensé que bajo tensión actuaba mejor por lo que volví a intentar subirme al árbol.

-Ya ves, ella solo pudo chillar. –Más risas y reconocí la primera voz en seguida.
-Tendría que haber estado allí.

Fer hablaba con otro profesional, pude verlo perfectamente desde el árbol al que había conseguido subir. Tenía curiosidad por ver lo que decían Marco y Fer, pero mi vida corría peligro y deseé que se fueran cuanto antes.

Debe de ser que la suerte no está de mi parte y los dos profesionales se pararon justo debajo del árbol, maldita sea.

ÓSCAR:
¿Debía confiar en ella o pensar que me había abandonado?

-Para de comerte el coco Óscar. –Carlos parecía sereno, supongo que mientras no sea de noche puede ser muy fuerte. –Cristina volverá.
-¿Cómo puedes saberlo?
-¿Acaso no sabes que eres su mejor amigo?
-Si… Pero en la arena todo cambia.
-Ya lo sé… -Bajó la mirada tristemente. –Matar o morir…

Permanecimos en silencio durante unos minutos, hasta que la voz de Sandra nos hizo volver a la realidad.

-Venga chicos, hay que hacer algo.
-¿Cómo qué? –Paula parecía dispuesta a cualquier cosa.
-Podríamos empezar por ir a la Cornucopia. –Mi idea pareció agradarles y asintieron todos.

Paula, Sandra, Carlos y yo… No quedaba nadie más. Empezamos a andar los cuatro en dirección al pueblo, Paula parecía conocer muchas cosas sobre los profesionales.

-Lorena y yo los espiábamos todos los días, sabemos cuándo, dónde y cómo hacen cada cosa.
Por la mañana se separan en dos grupos y patrullan su “territorio”, como ellos llamaban a todo lo que va desde la iglesia hasta el parque. Ahora mismo debería de haber un grupo en la iglesia y otro en el parque, Paula no consiguió acordarse de nada más.

-¿Les empezamos a buscar por abajo? –Me miraron como si estuviese loco pero yo empecé a andar y ellos me siguieron, algo me decía que debíamos ir al parque.

CRIS:
-¿Cómo se llamaba la chica esa?
-Lorena… -Su solo nombre hizo que casi cayera del árbol.
-¿Has matado a una de tú Ocendistric? –Fer parecía impresionado, pero luego empezó a reírse a carcajadas.
-Sí. –Marco se encogió de hombros. –Nunca me cayó bien.

Cuando de nuevo empezaron a reírse  yo estuve a punto de hacer una locura. Tirarle un cuchillo a la cabeza de Marco parecía la mejor opción, pero sabía que Fer me descubriría y me mataría. No podía arriesgarme, no hasta que Óscar supiera que no le he traicionado.
Se empezaron a mover, se irán por fin. Pasaron al lado del árbol y fueron al otro lado, quiero saber que hacen y sentía mi espalda desprotegida. Pero tenía miedo de que me pillasen y no hice ni un solo movimiento. Volvieron a ponerse en mí vista unos minutos después, cuando aparecieron con dos grandes piedras y se sentaron justo al lado del tronco, apoyando su espalda en él.
-¿Te gusta mi arma? Tuve que matar a uno para conseguirla.

Marco le enseñó su arma a Fer, pero yo no pude verla. Pero sí pude oír cómo se oía el filo de un arma poderosa. Pero no tenía miedo, solo rabia porque había matado a Lorena.
-Yo la mía la guardo para una ocasión especial…

Bajé rápidamente la mirada y vi una enorme espada que brilló cuando Fer la levantó al aire. Estuvo a punto de verme, pero estaba pendiente de sus pensamientos.

-¿Quién es el capullo que mató a tú hermana?
-Carlos… -Fer siseó con fuerza y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
-Si quieres te ayudo a matarlo.
-No, sufrirá y luego yo lo mataré. –Hizo énfasis en yo.

Se oyó un ruido y miré hacia él, no podía creerme lo que veía.

ÓSCAR:
Llevábamos ya unos minutos andando y cuando por fin divisamos el parque nos quedamos petrificados. Dos profesionales estaban debajo de un árbol, y justo encima de él se encontraba Cristina. Había sacado la cabeza de entre las ramas y nos decía que nos fuéramos.
-Vámonos.

Miré a Carlos y vi como se había puesto tenso, preparaba una de sus lanzas a forma de defensa. En seguida comprendí que había visto a Fer allí y él solo quería huir.

-Seguro que ellos saben quién la mató. –Susurró Paula.
-Debemos salvar a Cristina, no podemos irnos.

Todos comprendimos que era verdad, aun que pensáramos que nos había abandonado. Carlos también asintió y yo pude ver el enorme esfuerzo que estaba haciendo, puse mi mano en su hombro y le di fuerzas. Empezamos a andar en dirección a ellos.

CRIS:
¿Qué hacían allí? ¿Por qué estaban aquí? ¿Qué hacían viniendo? Miles de preguntas empezaron a hacerse cola en mi cabeza y yo solo pude ponerme a pensar. Sandra, Paula y Carlos preparaban sus armas y pude ver el miedo en los ojos de Carlos. Miré al primer chico que venía, al que los demás seguían. Óscar había sacado dos cuchillos que robamos la última vez de la cornucopia. Levanté mi pantalón y justo debajo del calcetín pude ver uno de esos cuchillos igual al suyo. Sonreí y miré hacia arriba. Justo el árbol de al lado tenía muchas castañas y algunas de esas ramas estaban tan cerca de mí…
Entonces lo hice, en un intento desesperado de que no pillaran a los locos que venían a rescatarme. Cogí tres castañas y las lancé contra todo lo que hiciese ruido, en la dirección contraria a la que venían los demás. Marcos y Fer cayeron de nuevo en la trampa, exactamente igual a la que se me ocurrió en la iglesia la noche en la que murió Néstor. Los dos profesionales salieron corriendo en seguida y yo aproveché para bajar rápidamente y correr hacia Óscar. Intenté bajar por el tronco pero acabé dándome un golpe en el tobillo, aun que ahora mismo no me importaba lo que le pasase. Eché a correr hacia ellos y llegué por fin a su lado.

-¿Creías que te iba a abandonar? –Le pregunté mientras sonreía. Nos dimos un abrazo y luego me dirigí a Paula. –Ya sé quién mató a Lorena.
-¿Quién? –Sus ojos tenían esperanza, esperanza de vengar a su aliada.
-Marco.

De repente oí a Fer gritar y decir un millón de palabrotas. Se había dado cuenta de que le había engañado, de nuevo.

ÓSCAR:
Nos quedamos atónitos mirando como Cristina lanzó algo al aire y acabó chocando contra algo. Los profesionales fueron tras los ruidos y ella aprovechó para bajar del árbol, creo que se hizo daño al caer pero no le presté mucha atención.

-¿Creías que te iba a abandonar?

Yo solo pude sonreír y abrazarla. Pero todo se torció y los dos profesionales vinieron furiosos hacia nosotros. Paula les quería plantar cara pero todos sabíamos que ella no saldría viva de esto, y lo más probable sería que no consiguiese completar su venganza.

Nos quedamos por ella, apoyándola. Pero insistíamos en irnos cuanto antes. Sandra se acercó a ella, le dijo varias frases que no pudimos oír y Paula dijo:

-Será mejor que nos vayamos.

Y echamos a correr, con dos profesionales enfurecidos detrás de nosotros.

Capítulo 12 -SU MUERTE-



CRIS:
Llegamos a la cueva y metimos mas leña en el fuego que estaba casi apagado. Lorena está tumbada y tenía el brazo y la pierna cubierta de sangre. Saco mis vendas y se las pongo a ella.
Sombra y Jackie nos traen tres conejos.
-¡Bien! Tenemos comida –dice Sandra con su fina y graciosa voz.
Me levanto y pongo los conejos un el fuego.
Paula esta con Oscar y se la ve un poco traumatizada. Veo como Oscar le mira las muñecas y los tobillos.
Saco los conejos del fuego y grito:
-La cena esta servida.
Todos se levantan y hacemos un círculo al rededor del gran fuego. Comemos con ansias, cada conejo se acabó en diez minutos.
Después de la comida Paula estaba un poco más animada. Todos pegamos un gran salto al escuchar el himno. Nos asomamos por la puerta de la cueva y esperamos a cualquier muerto. Sale la cara de Nestor y todos tristemente nos metimos bajo la cueva.
-¿Por qué estáis tristes? –pregunta Paula.
-Pues…pues… porque aunque Nestor se halla aliado con los profesionales sigue siendo un humano que no merecía experimentar la muerte. 

OSCAR:
Nos acostamos. Me acurruco a Cristina y siento su calor en mi cuerpo. Cojo sus frías manos y las tapo en las mías hasta quedarnos dormidos.

Despierto junto a Cristina que sigue dormida. Me levanto y me dirijo fuera de la cueva.
Observo el gran paisaje que tengo alrededor. Me fijo bien en un arbusto y observo que hay un ciervo. Es extraño ver a un ciervo solo, suelen ir en manada. Me meto en la cueva y le robo a Carlos una de sus lanzas, vuelvo a salir y voy de arbusto en arbusto asta acercarme mas a el. Lo observo con los ojos bien abiertos y lanzo. El ciervo empieza a correr y un montón de ciervos salen y empiezan a correr. Me meto de nuevo corriendo y saco dos lanzas. Sigo a los ciervos y me llevan a un claro de la montaña donde el césped lo cubre. Me acerco hacia el, saco la lanza, apunto y la tiro. Los demás ciervos salen corriendo y yo cojo al ciervo y lo llevo a la cueva donde me espera Lorena tirada en el suelo, y Sandra limpiando nuestro nuevo hogar. Meto el ciervo en la cueva y Sandra se acerca para despellejarlo. Veo sus habilidosas manos separando la piel de la carne. Una vez que tiene la piel me dice:
-¿Hay un río por aquí cerca?
-Emm… no, no lo se –la contesto.
Sandra sale y veo como se pierde entro los árboles. Me doy la vuelta y empiezo a cortar el ciervo. Esta rica carne nos proporcionara más energía y ganas de seguir con vida.

CRIS:

Me despierto y lo primero que veo es un gran ciervo y a Oscar cortándolo en pedazos y poniéndolo en el fuego. Me levanto y cojo uno de los trozos del fuego. Me lo como con las manos y Oscar me mira.
-Nunca te he visto comer con las manos –me dice
Le miro y desvío la mirada hacia la puerta por donde entra Sandra con la piel del ciervo totalmente limpia.
-¿Por lo que veo si que había un río no? –la pregunta Oscar.
-No, he ido al pequeño río que está a un kilómetro de aquí –le responde –buenos días Cristina.
Me acerco a Carlos y le doy un par de empujoncitos para que se despierte. Se levanta y mira el ciervo. Sale corriendo hacia el fuego y coge uno de los trocos cortados, se lo mete en la boca y mastica con ganas.
Me levanto y me siento junto al fuego para calentarme las manos.
Escuchamos unas voces, nos asomamos y Fer y Edu suben la montaña hacia la cueva. Despertamos a Paula y Lorena se levanta. Oscar mete los trozos de carne en una bolsa de cuero y nos preparamos para salir corriendo. Cuando están casi entrando Oscar sale corriendo y ellos dos se asustan echándose hacia tras y caerse cuesta abajo unos cuantos metros. Paula, Lorena, Carlos, y yo salimos corriendo tras el. Fer y Edu se levantan y empiezan a tirarnos cuchillos. Nos pierden cuando nosotros bajamos la montaña.

OSCAR:
Estamos en la plaza y no hay comida en la cornucopia, por esa razón los profesionales ya no están aquí, se abran separado para encontrar a algún tributo despistado.
Andamos entre las frías calles y encontramos gran casa. Nos metemos en ella y planeamos un plan.
-Tenemos que hacer un plan.-dice Sandra.
-¡Si! ¿Y cual? –la grito.
-Pues… podemos hacer que cada uno se mete en una casa diferente y enciende una de las estufas. Los profesionales se pensarán que estaremos en las casas y nosotros los atacaremos por sorpresa. Alomejor matamos a alguno. –dice Paula.
-Es un buen plan. –replica Cristina.
Entonces nos pusimos manos a la obra. Cada uno se metió en una casa.
Siento un miedo que no había sentido antes. Pienso en que profesional me va a tocar, que profesional va a venir a esta casa a ver quien está dentro.
La puerta chirría y me asomo entre los abrigos. Tiene el pelo largo y lleva un arco cargado con amenazadoras flechas que creo que me va a quitar la vida.

CRIS:
Enciendo la estufa y me escondo en una de las habitaciones del piso de arriba. Las camas están perfectamente hechas y los muñecos y muebles como si estuviesen nuevos. Abro la ventana y veo la cornucopia. Miro hacia las casas y la de Carlos ya tiene encendida la estufa.
Escucho la puerta, cierro la ventana y me pego a la pared. Los pasos suben las escaleras y me asomo por la rendija de la puerta. Observo un gran cuerpo. Cierra la puerta de la otra habitación y se acerca a la mía. Me preparo para saltar encima de el y clavarle varios cuchillos. La puerta se abre y me escondo tras ella. Edu pasa y mientras mira bajo la cama salgo con dos cuchillos en cada mano, pero el se levanta del suelo y me coge de los brazos tirándome a la cama. Me quita los cuchillos de las manos y los clava con fuerza en el colchón mientras le doy un cabezazo y cae el suelo mareado. Le cojo la espada y le apunto en el cuello. Levanto la espada y la dirijo contra el cuello de Edu, pero antes de llegar a su cuello, mi brazo se para y Edu me mira. Dejo caer la espada al suelo y salgo corriendo de la casa.

OSCAR:
¡Es Laura! Me asomo y me lanzo sobre ella para clavarla los cuchillos y las dagas. Su flecha me roza el pelo y por unos momentos me he visto tirado en el suelo con una flecha clavada en la cabeza. Me pongo encima de una manera en la que se queda inmóvil. Ella grita el nombre de Fénix. La tapo la boca y veo que tiene tres agujeros en la mano de la última vez que la vimos. Saco un cuchillo y se lo clavo en el  brazo. Fénix aparece por la puerta y se tira a por mi, me agacho y salgo corriendo.

CRIS:
Corro hacia la cornucopia donde me esperan Carlos y Paula.
-¿Dónde esta Oscar?
Carlos y Paula me miran.
-No lo se. –dicen a la vez.
Empiezo a dar vueltas alrededor de la cornucopia mordiéndome las uñas hasta que escucho los gritos de Oscar gritando mi nombre.
-¡Oscar, Oscar! –grito.
Oscar aparece con Sandra. Esperamos a Lorena pero no viene. Los profesionales bajan con las armas preparadas y nosotros nos escondemos detrás de la cornucopia.
Salimos y corremos hacia la casa donde debería estar Lorena. Abrimos la puerta y Lorena tiene la tripa, las piernas, y los brazos rajados por completo.
Nos sentamos a su alrededor y la calmamos. La sangre está esparcida por las paredes y hay un charco de sangre en el suelo. La limpiamos las heridas pero todos sabemos que ella no va a sobrevivir. Sus ojos se cierran y nosotros nos miramos dejándola tumbada en el sillón de la casa. Volvemos a la cueva y Oscar saca los filetes de ciervo. Nos sentamos frente al fuego y comemos despacio. Suena el himno sale la cara de Lorena. Paula furiosa grita:
-¡Pienso vengarme de quien la halla matado!

jueves, 22 de noviembre de 2012

Capítulo 11 -La Rehén-


CAPÍTULO 11 –LA REHÉN-

CRIS:
Lorena cayó al suelo sin poder decir ni una palabra más. Se la veía completamente agotada y debía de haber sufrido fuertemente el temporal.

-¿Cómo nos habrá encontrado? –Sandra empezaba a buscar respuestas.
-Porque este sitio lo descubrieron ellas…

Susurré por lo bajo, pero todos me escucharon. Les conté como vi a Paula y a Lorena corriendo mientras Néstor las perseguía, y también les dije que fui yo quien me apropié de este lugar.

-No pasa nada, gracias a ti pudimos sobrevivir.

Le dediqué una sonrisa a Óscar y pareció que Sandra se relajo. Pasaron los minutos, seguidos del tiempo que tardamos en reconstruir la hoguera. Por suerte todavía quedaban un par de troncos y pudimos ponerlo en marcha.

 Necesitaba despejarme así que salí fuera de la cueva y perseguí un par de conejos. Sentí que unas hojas crujían pero no le di importancia, necesitaba esos conejos. Ellos me llevaron a una madriguera y justo cuando se disponían a entrar, les tiré dos cuchillos. Se movían rápidamente mientras emitían pequeños lloros, pero ya era tarde.

-Tranquilos… Viviréis mejor en otro sitio que aquí.

Cuando ya estaban muertos me los colgué del cinturón y me levanté de vuelta a la cueva. Pero unos pequeños ruidos me detuvieron e hicieron que retrocediera.
-Pero…
 
No pude contener las lágrimas al meter la mano en la madriguera y encontrarme a un pequeño conejo de color gris. Era precioso y sus ojos me examinaban con las largas orejas alerta.
-¿No pensarás matarlo no?

Sabía que había oído algo mientras perseguía a los conejos, pero no sabía si mis oídos me habían fallado.

-¿No deberías estar con Aitana?
-Si… Pero preferí acercarme a saludar a mi Salvadora.

Me levanté con cuidado, sacando mi cuchillo con una mano y sujetando con la otra al pequeño conejo.
-Muy… considerado, por tú parte.

No le vi moverse, solo conseguí distinguir como Álvaro se acercaba a mí rápidamente y ponía su cuchillo en mi cuello. Sentí como la sangre latía rápidamente por una de las arterias de mi cuello. Un solo corte, un solo roce y tardaría menos de los minutos en morir desangrada.
-Ahora en serio, ¿dónde está Aitana?
-Buscando a tus amigos.

Sentí un escalofrío y una idea se me cruzó por la cabeza, acabaría muerta pero por salvarlos a ellos valía la pena.

-¡Osc...! –Me tapó la boca y no me dejó terminar de avisarles.

-¿Darías tu vida por ellos?

Su voz era de completa incredulidad y veía sus ojos marrones oscuros mirándome fijamente. Yo solo pude asentir y mostrarme lo más segura posible. Él alejó su mano de mi boca, pero seguía con el cuchillo en mi cuello.

-Estoy seguro de que Aitana me dejaría morir con tal de salvar su vida.

Parecía descontento, pero tanto él como yo sabíamos que era cierto.

-¿Por qué no rompes tú alianza? Vente con nosotros.

-No puedo. –Su respuesta fue inmediata. –Debo encontrar a alguien.

Él se alejó de mí, y yo sentí como me había hecho un pequeño rasguño, pero no me importaba. Le cogí la mano mientras se alejaba.

-Pues encuéntrala… Y búscame. -Álvaro sonrió.

-Hasta la próxima mi Salvadora.

Y… de nuevo al chico de antes.

-Adiós Álvaro.

Salí corriendo y vi como él también se alejaba. Los conejos muertos seguían chorreando de sangre, pero conseguí llegar a la cueva con solamente unas pocas manchas.

ÓSCAR:

Cuando vimos aparecer a Cristina con los conejos la boca se nos hizo agua, pero le dimos uno entero a Lorena.

-¿Qué es lo que ha pasado?

-Huíamos de Néstor y llegamos al pueblo, entramos en la calle en la que hay tantos gatos. –Tragó saliva ruidosamente mientras lo recordaba. –De repente un enorme gato naranja nos saltó encima y Paula se echó para atrás.

Yo ya me imaginaba todo lo demás, Néstor la habría matado. Pero entonces… ¿por qué venía a pedirnos ayuda?

-Él la atrapó y… justo cuando su arma se iba a clavar en su estómago… Me empujó y salió corriendo con ella en la espalda.

La noche empezaba a caer y nosotros teníamos un plan. Cristina se sentía culpable por lo que las había pasado y se ofreció para hacer de cebo. Pero yo no podía dejarla ir, y en un intento desesperado de cambiar el plan, se me ocurrió la mejor idea de la historia. Y todo ese plan… sería hecho esta misma noche.

La oscuridad de la noche trajo consigo graves complicaciones, los murciélagos revoloteaban por todos lados. Pero lo peor de todo, eran los mutos del cementerio. Teníamos miedo de que aparecieran en el peor momento, porque mi plan tenía un punto débil y si de repente aparecen los mutos… todos moriríamos.

-Venga, esto tiene que salir bien ¿vale? –Yo intentaba dar ánimos, pero nadie parecía inmutarse.

-Va a salir bien Óscar. –De nuevo las palabras de Cristina me tranquilizaron.

Cuando llegamos a la entrada del pueblo Cristina y yo nos dimos un abrazo de despedida, creo que ella piensa que será el último.

-¡Luego nos vemos eh!

Ella solo asintió y salió corriendo junto a Carlos.

-Venga Óscar, concéntrate en el plan.

-Está bien.

-Debemos subir por aquí cuando ellos se distraigan, hay empezará la acción de verdad.

Las palabras de Sandra parecían firmes y seguras, estoy seguro que de ella sabe lo que hace.

CRIS:

Me despedí de Oscar y me obligué a que el plan ocupara todos mis pensamientos. Divisé a lo lejos la casa de nuestra salvación, que de día parecía completamente negra, pero estaba segura que de que su color era rojo o rosa oscuro. Miré a Carlos y le vi completamente nervioso, estaba muerto de miedo y yo no sabía qué hacer para que parase de temblar.

-Tranquilo…

Mi susurró me recordó a los conejos que maté, y con ello a Álvaro.

-¿Es esa la casa?

-Sí, tendremos que dar la carrera del siglo.

Carlos sonrió y yo encontré una forma de que se olvidase de todo esto, haciéndole reír.

-A la de tres… -Dije mientras sacábamos nuestras armas y atábamos bien nuestros zapatos.

-Recuerda que tienen que vernos bien.

Yo asentí y empezamos a contar los dos a la vez.

-Una… Dos…. ¡¡Tres!!

ÓSCAR:

Esa era la señal, Carlos y Cristina habían conseguido que los profesionales se volvieran locos. Sonreí al pensar en sus caras, al ver que dos tributos habían salido corriendo hacia ellos y luego les habían burlado. Ahora mismo Carlos y Cristina estarían corriendo calle arriba con una manada de profesionales enfurecidos.

-Nos toca.

Salimos corriendo sin hacer ruido, escondidos detrás de cada árbol, piedra o pared. Como supusimos, Néstor se había quedado a vigilar. Lorena emitió un pequeño sonido de rabia cuando vio que Néstor se acercaba a Paula. Corrimos todo lo que pudimos y conseguimos subir a los tres árboles que rodeaban la cornucopia, aquí empezaba el peligro.

CRIS:

Corríamos todo lo que podíamos, pero a pesar de eso todo se complicaba. Veía el miedo en los ojos de Carlos y los míos reflejados solo expresaban tristeza.
-Ahora…

Oí el susurro de Carlos y nada más asentir, subimos una pequeña calle que llegaba a la iglesia. Saltamos el muro y trepamos por las pareces hasta llegar al tejado. A partir de ahora solo nos quedaba observar, pero yo sabía que en cuanto las cosas se pusiesen mal… yo moriría.

ÓSCAR:
Sandra fue la primera en empezar, se agarró fuertemente a su árbol y empezó a remover rápidamente una rama. Todo su árbol empezó a sacudirse. Tardé en reaccionar pero lo hice justamente cuando Néstor dirigió su mirada hacia el árbol. Yo estaba justo en el árbol de en medio y justo cuando Lorena movió su árbol y Néstor dirigió su mirada hacia allí, pensé que era mi turno. Casi se me escapaba la risa cuando vi el horrible miedo que sentía Néstor, pero debí contenerme o podría caer del árbol.
-¿Quiénes sois?

Nadie contestó.

CRIS:
-¿Dónde se han metido?
-No lo sé…
-¿Cómo no puedes saberlo? ¡Tú dijiste que les tenías vigilados!

Parecían furiosos y nos buscaban desesperados. Estaban a punto de irse y volver a la plaza, pero no lo podía consentir, todavía no. Sabía que los demás todavía no habían rescatado a Paula, por lo que los tenía que entretener. Cogí unas cuantas piedras de pequeño tamaño y me atreví a asomarme. Divisé la puerta de la iglesia, perfecto.

Lancé la piedra y conseguí que Fénix y Laura volviesen corriendo. Otra piedra más cayó sobre una chapa de madera. Fer, Marco y Marcos llegaron a toda prisa, habían oído los ruidos desde la otra calle.

-¿Dónde se han metido?
-Están aquí, eso seguro…
-¡Tapar todas las salidas! –La voz de Fénix hizo que un escalofrío me recorriera todo el cuerpo. Y cuando oí a todos los demás moverse rápidamente... sabía que estábamos encerrados.
-Sigue tirando piedras… -El susurro de Calos me pegó un susto, pero su voz era tan baja que casi no le había oído ni yo.

Cada diez segundos, una piedra caía en un sitio distinto al anterior. Primero Carlos, y luego yo. Poco a poco notábamos como los profesionales se volvían locos, incluso Laura acabó un poco herida por habernos perdido la pista.

OSCAR:
Era imposible contener la risa por más tiempo, pero unos chillidos hicieron que se me pasasen todas las ganas de reír. Sentía a lo mutos acercarse… pero parecían interesados en alguien que se encontraba en la iglesia. Tenía miedo por Cristina y Carlos, pero sabía que los golpes que sonaban, eran ellos. Gracias a los ruidos extraños que hacíamos y a los ruidos de la iglesia, la paciencia de Néstor se acabó. Se acercó a un árbol, el que más cercano le pillaba, el mío. Hice una señal a ambos lados, tanto Lorena como Sandra asintieron.

Los árboles dejaron de moverse y Sandra saltó de su árbol, cayendo perfectamente en el suelo. Cuando la atención de Néstor se centró en ella, Lorena bajó de su árbol. Y cuando Lorena ya se estaba lanzando a por él, salté yo y corrí hacia ella.

-¿Tranquilízate vale? –Ella no parecía muy de acuerdo con migo.
-Lorena, ahora estamos juntos en esto.

Las palabras de Sandra valieron para hacer que Lorena asintiera y los tres empezamos a acercarnos a Néstor.
-¿Qué pretendías hacer con ella? –La voz de Sandra le asustó, pero nosotros tres ya nos encontrábamos andando lentamente hacia él, cada vez más cerca mientras él retrocedía.
-Supongo que pensabas que ellos se aliarían contigo…
-Por la simple razón de tenerla de rehén.
Sandra y yo nos turnábamos para acusarle de cosas, que eran ciertas.

-Siento decirte, que todo te ha salido mal. –Lorena le miraba con odio y desprecio.

CRIS:
Podíamos oír las palabras de Oscar, Sandra y Lorena. Nuestro escondite era perfecto y nos permitía ver sin ser vistos. Pero cuando pensábamos que todo iba bien… Fer tuvo que estropearlo todo.
-Hay que encontrarlos, y matar a Carlos. Con la otra podéis hacer lo que queráis, pero Carlos es mío ¡¿entendido?!

Carlos sufrió un escalofrío y yo le miré. Ahora debíamos estar callados, era lo mejor.
-¡¿Ahora paráis de hacer ruido no Carlos?!

Podía sentir la rabia y sed de venganza que sentía Fer, pero no podía recordar por qué quería matar a Carlos.
-Fue por lo de su hermana, Marta.

Y entonces me acordé, en el baño de sangre. Marta se lanzó contra él y solo pudo defenderse con una espada, Marta murió en el instante en que Fer corría hacia ella.

-Lo siento mucho.

OSCAR:

Lorena se lanzó a por él y Sandra y yo nos miramos, con una sola mirada sabíamos lo que teníamos que hacer. Sandra ayudó a Lorena y yo me dirigí hacia Paula. Estaba encadenada a una columna que sujetaba un edificio. Tenía sangre en las muñecas por el roce de las cuerdas, y podía ver como se había llevado un fuerte golpe en la cabeza.

-¡No me mates por favor…!
-No te voy a matar. –Ella me miró incrédula. –Ahora somos aliados.

Ella sonrió y yo le devolví la sonrisa. Se oyó un sonido extraño, y solo pude girarme y contemplar con horror como salía estampada contra el suelo.

CRIS:
Mis palabras rompieron el silencio. Me acerqué a Carlos y le conté mi plan.
-Huye con ellos y ayúdales. Puedes bajar por la parte de delante de la casa, y huir por el jardín.
Carlos me miró extrañado, pero yo le asentí rápidamente y le día mi mochila. Con eso le indiqué que seguramente no le volvería a ver.
-Dile a Oscar que nunca me olvidaré de él…

La voz se me quebró, pero empujé un poco a Carlos para que se diera prisa.
-¿Y por qué lo sientes? –Fer había bajado el tono de voz, y al ver su cara vi la incredulidad que sentía.
-Por tú hermana.

Me levanté del tejado y la luz de una farola hizo que me pudieran ver completamente. Tenía un cuchillo en cada mano y el corte en el cuello que me había hecho Álvaro. Sonreí al ver el susto que les había pegado.
-¡Tú no tienes que sentir nada por…!
-Yo también estuve a punto de perder a mi prima, no tienes nada más que decir.

Oí un enorme grito, era una chica la que gritaba. Pero tuve miedo de que Oscar estuviera en peligro. Solo se me ocurrió una cosa, aun que implicara abandonar mi plan de morir en manos de los profesionales.
-Espero veros otro día. –Le guiñé un ojo a Fer, para burlarme de ellos y salté a la parte delantera de la casa.

OSCAR:
Lorena estaba en el suelo, con la pierna y el brazo derecho totalmente lleno de sangre. Miré hacia Sandra y luego a Néstor. Estaba con su espada en la mano izquierda y sin mano en la derecha. Era horrible y toda la plaza se había vuelto roja oscura, color sangre.
-¿Qué ha pasado? –Cristina entró en la plaza cogiendo aire, y puso una mueca terrible al ver todo aquello.

Todos nos quedamos contemplando como Lorena se levantaba del suelo, Paula se acercaba a ella y la intentaba calmar.
-Paula… Intenta ganar, sé que puedes. Ahora ellos son tus aliados…

Parecía que se iba a morir, todo apuntaba a eso, pero no había perdido mucha sangre y se levantó del suelo. Se acercó despacio al suelo y…

CRIS:

Aparté la miraba sin poder mirar. Se oyó el hueco sonido del cuerpo de Néstor contra el suelo.

*Cañonazo*

Se formó el silencio, pero no duró mucho.
-¡¡Allí están!! –La voz chillona de Laura nos había encontrado.
-¿Has visto? ¡Te dije que estaba viva! -Fer empezó a correr hacia mí, ¿por qué me quería atrapar a mí?

Sabía que nos habían por lo qué todos nos pusimos de acuerdo y Sandra cogió a Lorena, Carlos la ayudó y Oscar se acercó a Paula para ayudarla a caminar. Salieron corriendo mientras que yo me quedé parada.
-¡Vamos Cristina! ¿A qué esperas?

Mi giré hacia el frontón derrumbado, y pude ver como los pelos rizados de Ángela salían de entre los escombros. Había estado escondida en el árbol derrumbado.

Vi a los profesionales acercarse a la plaza y salí corriendo.

OSCAR:

¿Dónde estaba Cristina? Seguro que seguía en la plaza, pero no entendía por qué. Entonces la vi acercándose a nosotros y nos metió prisa. Cogió a Paula del brazo y yo ayudé a Carlos y a Sandra a llevar a Lorena. Debíamos encontrar un sitio en el que poder escondernos… Al menos hasta que llegue la batalla final…

viernes, 16 de noviembre de 2012

Capítulo 10 -Una gran amenaza-


OSCAR:
Dejo la cabeza de Cristina apoyada en el suelo ya que no puedo darla ningún jersey porque están todos puestos en nuestros cuerpos. Durante unos minutos pensé que había muerto y me asusté, estuve moviéndola  durante unos segundos, pero luego pude ver como respiraba lentamente. Salgo a por leña para el fuego. Toda la leña está húmeda y no creo que arda con este frío que hace.
-¿Que haces?
Suena una voz conocida detrás de mí. Me doy la vuelta y están Aitana y Álvaro Acercándose hacia mí sin ningún arma en sus manos. Saco las mías por si acaso y las dejo entre mis dedos. Desde que nos abandonó no confío en ella. Estos juegos llevan demasiado tiempo y el Ocentolio tiene que estar aburrido ya que no ha muerto nadie desde el día del acido. No llevo los días contados pero se que ha paso demasiado tiempo. Me he distrito y me encuentro con Aitana y Álvaro a mí alrededor. Sacan sus armas de debajo de sus chaquetas y lanzo el cuchillo atravesando el brazo de Aitana. Se tira al suelo y pega unos fuertes chillidos que se escuchan por todas partes. Aparecen Cristina, Carlos y Sandra corriendo hacia mí.

CRIS:
Me despierto escuchando un fuerte sonido que penetra en mis oídos. Sandra y Carlos están alerta y cuando ven que me despierto salen corriendo. Les sigo hasta que los alcanzo. Nos paramos en seco cuando vemos a Aitana gritando han el suelo y a Oscar y a Álvaro tirados en el suelo rodando montaña abajo. Seguimos corriendo y yo y Carlos fuimos hacia Álvaro y Sandra fue hacia Aitana. Me abalanzo contra Oscar y lo aparto de Álvaro. Miro hacia Sandra y veo como agarra el mango del cuchillo y tira de el para sacar el brazo. Aitana se levanta y le pega una pata a Sandra en la tripa. Coge el cuchillo y se lo clava en la cara a Sandra.
Pego un chillido y saco el cuchillo del cinturón y lo tiro hacia Aitana. El cuchillo cae un metro más a delante y ella corre hacia mí. Me aparto y se choca con Álvaro cayendo al suelo abrazados. Se miran y se ponen a correr camino abajo. Oscar se levanta del suelo y me mira.
-¿Cómo os habéis enterado? Si estaba a cien metros de la cueva –dice Oscar.
-Los gritos de Aitana se escuchaban hasta en mi ocendistric –dice Carlos.
-¿y Sandra?-dice Oscar.
Les miro y salgo corriendo hacia donde la mató Aitana. Ellos me siguen a toda prisa. Llegamos y… Aitana le había clavado el cuchillo en la camiseta atravesando el suelo para que no se moviera. Se lo quito y cogemos la leña que Oscar había tirado.

OSCAR:
Volvemos a la cueva y el fuego estaba casi apagado. Se escucha un ritmito silencioso que se acerca hacia nosotros. Salimos pensando que era un mensaje pero era mucho mejor. ¡Era un paracaídas! Ya era hora de que nuestros patrocinadores nos mandaran algo! Era un paracaídas demasiado grande, como un metro. Lo cogemos. Pesa demasiado y por eso pienso que es un banquete de comida. Pero no, son troncos de leña que están totalmente secos para que cuando los pongas al fuego ardan de inmediato. Cristina saca tres anchos y gordos troncos que después coloca en el fuego. Después de cinco minutos el fuego es grande y no desprende humo. La cueva empieza a coger calor y nosotros ya nos hemos quitado la primera prenda. El frío esta desapareciendo poco a poco y el calor va entrando en nuestro cuerpo.
-Mirad –dice la voz de Sandra.
Todos sacamos la cabeza fuera de la cueva y vimos que el hielo se estaba derritiendo. La capa de nieve de medio metro ahora es de treinta centímetros, y las estalactitas que colgaban de la cueva y de los árboles eran ya muy pequeñas. Volvimos a entrar y nos pusimos otra vez alrededor del fuego. Jackie y Sombra están tumbados juntos hechos una bolita al lado del fuego. No tenemos nada de comer y nos quedamos dormidos.

CRIS:
Despierto con los ojos llenos de legañas. El fuego está casi apagado y mi estomago está muerto. Me asomo al aire libre y la nieve y el hielo han desparecido. En unas zarzas puedo identificar un precioso conejo que va desaparecer en nuestros jugos gástricos. Saco el cuchillo de mi pantalón y lo lanzo contra el. ¡Toma, en toda la cabeza! Lo cojo y lo llevo a la cueva. Carlos también se ha despertado y Sandra está en ello. Oscar está dormido, y como lo conozco se que va ha haber que despertarlo.
Pongo el conejo en el fuego y Sandra y Carlos me ayudan ha hacerlo. Saco unos palos mas para que el fuego no se apague.
-Me pido una rica pata trasera- Les digo.

La nieve se ha derretido pero las nubes siguen amenazadoras en el cielo. No sabemos lo que nos espera. Se que una terrible amenaza va ha hacernos el Ocentolio. Nos pondrán bombas por toda la arena o lloverá espuma para que nos ahoguemos, o cualquier otra cosa cruel que se les ocurra.
Ya esta echo el conejo así que tendré que despertar a Oscar. Me acerco a el y le muevo un poquito. El se levanta y me mira fijamente a los ojos. Le miro la mano que la tiene en puño. No se si me va a pegar pero confío en que no. Se me tira sobre mi y me abraza con fuerza.
-He soñado que un vendaval te llevaba con el desintegrándote en el aire –me dice.
-¿y no te has movido, ni has dicho nada en sueños? -digo sigilosa –es extraño en ti que no haya pasado nada de eso, siempre te mueves o gritas.
Las nubes cada vez nos amenazan más. Los truenos suenan y los relámpagos son muy grandes.

OSCAR:
Después de contarle a Cristina mi sueño me levanta y me abre la mano. Siento como los músculos se relajan y me dan un respiro. Me sienta en una piedra y me da la pata de conejo que ella tanto deseaba comerse. La miro coger un cacho de pechuga que le quito de la mano.
-¿no pensabas que me ibas a dar tu parte favorita no? Te conozco y aunque también me gusta mucho se que quieres comerte este  muslo. Toma…
Me meto el cacho de pechuga en la boca y mastico con ganas.
Nos acabamos el conejo enseguida.
Jackie y Sombra salen corriendo y desaparecen mientras gritamos sus nombres. Empieza a llover con fuerza y el aire trae ramas que nos dan en la cara. Sandra, Carlos, Cristina y yo cogemos nuestras pertenencias y nos acurrucamos en la pared. ¡Es un vendaval! Es lo que he soñado. Me agarro con fuerza a Cristina y ella ami. Carlos y Sandra están delante de nosotros haciendo fuerza hacia la pared, los agarramos de la camiseta y pasamos las piernas entre ellos para que no se vallan volando. Los ojos se me cierran y mis piernas sueltan a Sandra.

Me despierto tirado en el suelo de la cueva. Levanto la cabeza y veo a Cristina y a Carlos en la pared y a Sandra tirada en la salida. El vendaval a pasado. Me levanto y despierto a Sandra, cuando abre los ojos salgo corriendo y despierto a Cristina y a Carlos. Están bien los tres. Me siento en el suelo. Ellos se reúnen conmigo y nos sentamos donde debería haber un fuego. El paracaídas ha desaparecido y los árboles están rotos y tirados en el suelo. Escuchamos unas pisadas que se acercan corriendo.
Es Lorena que viene con la ropa sucia y rota. Nos dice:
-Ayuda por favor Ayuda.
Cae al suelo desmallada.




jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo 9 -Tengo frío... -


 
OSCAR:
Se ha hecho de día y no podemos hacer otra cosa que no sea estar en todo momento alerta. Cuando he abierto los ojos he visto como todo a mí alrededor se había congelado. El suelo resbalaba y los árboles se encontraban como estructuras de cristal. Todo era precioso pero también tenía un aspecto siniestro y mortífero.

-Estos juegos están durando demasiado. –Susurra Cristina.

-¿Y por eso quieren que muramos congelados? –El silencio que formamos es la respuesta a la pregunta de Carlos.

Caminamos en dirección a ninguna parte, con la esperanza de encontrar un sitio en el que el frío no pueda entrar, o cualquier sitio desde donde el fuego no se pudiera ver. Tenía los dedos congelados y los guantes de algodón tampoco hacían nada por mí. Todos nos intentábamos calentar las manos, pero yo sabía que todo sería inútil. Necesitábamos fuego, y lo necesitábamos ya.

-¿Qué es eso?

No sé quien formuló la pregunta, pero pude oírla y alzar la mirada hacia el pueblo, donde una gran columna de humo se alzaba grandiosa y prometiendo el calor que nos merecíamos. Sabíamos que sería peligroso, pero nuestro cuerpo lo pedía a gritos. Empezamos a andar hasta que alguien, que iba el primero, se paró de golpe haciendo que todos nos chocásemos con ella.

-No debemos ir allí.

Era la voz de Cristina, pero se había vuelto gélida como sus manos. Giró de golpe y vi como llevaba el pelo lleno de nieve y las pestañas completamente blancas.

CRIS:

Sabía lo que hacía, estaba segurísima de que era una trampa. Pero cuando todos empezaron a andar yo tampoco pude resistirme, y me vi atraída hacia ese foco de calor. Así que solo hubo una cosa que me hizo salir del sueño, los copos de nieve. Ellos me recordaron a María, odiaba el verano porque el fuego era su peor enemigo. En cuanto un pequeño copo de nieve pasó delante de mi sentí como si María fuese esa pequeña gota de agua congelada, y ella me rogaba que parase.

Paré de golpe, sin más. Los demás chocaron conmigo y pude ver como se encontraban confusos.

-No debemos ir allí.

-¿No debemos o no quieres que vayamos? –La pregunta de Sandra no me pillo desprevenida, había observado su rabia al pararla en seco.

-No podemos… -Mi voz sonó como un susurro lo que hizo que se cabreara más.

-¡Contesta!

-¡¡No podemos ir!! ¡¿Acaso no te das cuenta de que es demasiado fácil?! –Grité con todas mis fuerzas, y por un momento tuve miedo de que nos escucharan. – ¿Acaso crees que el Ocentolio es así de generoso?

-¿Y tú no te das cuenta de que nos estamos muriendo?

Mire a Sandra y a Carlos, para luego pasar mi mirada por Óscar. Estaban pálidos como fantasmas y todos los demás miedos se fueron, y otro ocupó su lugar. Tenía miedo de perderlos…

-Lo siento… -Lágrimas salieron de mis ojos pero no llegaban a llegar al suelo, acababan congeladas. Sentía a María a mi lado, pero a la vez a muchísimos kilómetros de allí. –No dejaré que muráis.

Pensé durante un rato, mientras todos me miraban. Me sentía incómoda con todas sus miradas pegadas a mí por lo que les pedí alejarme un poco de allí, y ellos accedieron.

Me alejé demasiado, intentaba seguir a María pero lo que no sabía era que empecé a entrar en calor de repente. Olía a quemado, pero no se veía nada de humo. Vi a Paula y a Lorena huir, resbalaban constantemente pero ellas no paraban. ¿No será otro muto no? Pero se trataba de Néstor, que las perseguía con su arma apuntándolas. Ellas escaparon de una pequeña cueva en la que pude ver un pequeño fuego, y Néstor dio patadas en el suelo tapando un poco la hoguera.

-¡Mierda!

Se le veía frustrado pero aun así salió de allí y yo aparecí de detrás de una roca. Sombra iba conmigo y miró el fuego apenada. Rápidamente cogí un palo y avivé el fuego. Cogí hojas secas y cualquier cosa para que no muriera mi última esperanza.

Dos minutos después, y todo estaba perfectamente. Salí corriendo y arrastré a Oscar hacia la cueva, mientras que Sandra y Carlos nos perseguían.

-¡Increíble! –Exclamó Carlos.

-¿Cómo lo has conseguido? –Sandra se calentaba rápidamente cerca del fuego.
-Luego os cuento…
Me encontraba cansada, agotada y hundida. Apoyé mi cabeza en Óscar, y las palabras salieron frágiles de mi boca:

-Tengo frío… Mucho frío. -Mis ojos se cerraron.

viernes, 9 de noviembre de 2012

8 -Alas de Agua-

8
Alas de agua
CRIS:
Lo conseguimos, pasamos la noche en paz.
Nos levantamos de nuestras camas y arrancamos el césped que tenía una gran cantidad de rocío. Lo escurrimos encima de nuestras cantimploras y salimos a investigar, nos separamos, yo iba con Carlos y Oscar iba con Sandra. Encontramos un barro espeso que probablemente sean arenas movedizas así que no seguimos hacia delante.
-Esto es todo lo que hay- digo silenciosa.
-Entonces… ¿Nos damos la vuelta y volvemos al campamento?-pregunta Carlos.
-No, seguiremos por hay.
Después de cinco minutos encontramos unos árboles donde podríamos acampar mejor. Es un árbol de seis ramas que se han formado bajo tierra y han salido las seis cada uno hacia un lado. Salimos corriendo al campamento para decírselo a Oscar y a Sandra.
OSCAR:
Una vez que estamos separados Sandra y yo encontramos un pequeño río, mejor dicho un riachuelillo donde nos lavamos las manos y nos mojamos la frente, el cielo está nublado y tiene pinta de que va a caer una buena.
Volvemos al campamento y allí encontramos a Cristina y a Carlos sentados encendiendo una hoguera.
-Hemos encontrado unos árboles donde podríamos refugiarnos por si viene alguien- dice Carlos
-¿Dónde? -Pregunto en voz baja.
-A cien metros de aquí- responde Cristina.
-¡Perfecto! Es genial. Nosotros hemos encontrado un riachuelillo por si acaso nos quedamos sin agua.
No sabemos que hacer hasta que la primera gota cae en mi hombro llamándome la atención.
CRIS:
La lluvia cae apagando el fuego poco a poco, humedece la hierba y los troncos, moja nuestras camas y nos moja a nosotros. Cogemos los chubasqueros que venían en las mochilas y nos los ponemos. Me tumbo en el suelo mientras miro a Oscar que lleva el pelo suelto y con una trencita en la extensión que su estilista Abie le puso en el lado izquierdo. Sandra y Carlos están correteando.
Me levanto y saco las cantimploras de las mochilas les tiro el agua del rocío y las pongo bajo la lluvia para que podamos tener agua fresca y limpia.
Nos ponemos bajo un árbol. Pongo mi cabeza sobre la pierna de Oscar y el me quita las dos coletas y me empieza a tocar el pelo hasta quedarme dormida.
Despierto con una nueva hoguera y con ellos tres mirándola. Escucho un ruido detrás de mí. ¡Son Jackie y Sombra! Jackie me mira y Sombra se mete en mi chubasquero y levanta la cabeza para que le acaricie. Se acerca Jackie y no tiene otra cosa que hacer que sacudirse y salpicarme agua y barro. Escucho las risas de Oscar, Sandra y Carlos.
En el fuego se encuentra un conejo con grandes patas y unas costillas demasiado grandes solamente para nosotros.
-¿Quien lo ha cazado?- pregunto.
Carlos señala con la cabeza hacia Jackie.
-Lo ha traído entre sus dientes mordiéndolo con fuerza para que nadie se lo robara- Dice Sandra.
-¿Como ha sabido donde estábamos?- vuelvo a preguntar.
-Para eso no hay respuesta. Pregúntaselo tu misma- dice Oscar.
Todos soltamos una risita. Le miro y le hago un gesto moviendo la cabeza suavemente de lado a lado como si le dijera que esta loco. Sacamos el conejo de las brasas y cada uno se coge su parte favorita. Nos lo comemos entero y los huesos se los damos a Sombra y a Jackie.
OSCAR:
Ha dejado de llover. Salimos a por las cantimploras y  saltamos en los grandes charcos.
Cada ve que saltas los charcos salpican y Sandra grita:
-¡Parecen alas!
-Si, alas de agua- dice Cristina.
-Me gusta. Es… es… como decirlo, queda bien-dice Carlos
-No está mal- replico
Me he cansado de saltar y me he sentado en la sombra del árbol. Sombra y Jackie me miran, ¿sabrán como me siento, sabrán lo que pienso, sabrán que quiero?
No paro de pensar si moriré y saldrá Cristina con vida, no se si es lo contrario, no se si moriremos los dos. Espero que ella salga con vida, si yo muero mi madre se quedará sola, pues mi padre murió en la fabrica de electricidad por unos cables que saltaron e hicieron explotar una de las seis fabricas. Fue muy grabe incluso para el Ocentolio. Tuvieron que cerrar tres fábricas y dejar dos abiertas. No tuvieron electricidad durante un mes.
El padre de Cristina murió mas tarde por las quemaduras. Si nuestros padres no hubiesen trabajado juntos no me hablaría con Cristina.
-¿Qué te pasa?-me pregunta Carlos- estás aquí sentado y he pensado…
-Nada-respondo interrumpiéndole.
-No me lo creo-suena la fina voz de Cristina- algo te pasa, te conozco de siempre, desde los tres años así que desembucha.
Carlos se va con Sandra dejándonos a Cristina y a mí solos bajo el árbol. Se lo cuento todo, todo lo que estaba pensando. Veo que de su ojo derecho sale una lágrima que se desliza por su cara, me tapo la mano con el jersey y se la quito.
CRIS:
Dejo caer mi espalda al suelo y dejo que Oscar me acaricie la cara por unos segundos. Dejo de sentir su mano calida sobre mi frente y abro los ojos. Los profesionales tienen a Sandra, a Carlos y a Oscar con un cuchillo en el cuello. Me levanto de un salto y meto la mano disimuladamente por el cinturón.
-Yo que tu no lo aria-dice la voz de Fénix.
-Hazlo, mátalo, vete y sálvate- dice Oscar.
No se que hacer, pero no puedo dejar que los cuchillos atraviesen los cuellos de mi mejor amigo, de la una chica que me ha caído bien por ahora y el de un chico bastante majo y agradable.
-Vamos ¿a qué esperas?-vuelve a sonar la voz de Oscar.
¿A que espero? Esa es la pregunta que me hago yo. Me fijo bien, se que falta Laura y me pica la curiosidad de saber donde está. Y algo me dice que me agache, lo hago,  pasa un hacha por encima de mi cabeza. Edu tira a Oscar al suelo y se agacha. El hacha se ha clavado en el árbol. Fénix y Marco agarran más fuerte a Sandra y a Carlos. Oscar se levanta y se tira contra Laura. Ellos lo miran así que aprovecho para coger el látigo de Oscar que esta colgado en la rama que está ami lado y lanzárselo a los pies a Fénix y a Marco. Caen al suelo y Sandra y Carlos se ponen a mi lado. Oscar le ha clavado a Laura las lanzas de Carlos en las manos atravesando el suelo para que no se mueva. Salimos corriendo en dirección contraria y los profesionales se han parado para ayudar a Laura. No nos siguen. Pero corremos. Nos frena una montaña.
OSCAR:
Subimos la montaña y llegamos a una cueva que tiene piedras colocadas como una muralla. Parece una especie de refugio militar de los que se construían antiguamente.
Nos pasamos la tarde sacando las piedrecitas y los palitos del sitio al que nosotros llamamos Bunker. Después de ese cansado trabajo, hicimos cuatro agujeros en la tierra blanquecina, fina y suave. Los rellenamos de suaves hojas de roble para esta noche dormir a gusto. Antes de subir al bunker cruzamos un río. Decidimos bajar a quitarnos todo el polvo de la arena. Lavamos la ropa y después nos metimos en el río. Pises donde pises saltan ranas a todas direcciones. Cogimos siete. Salimos del río y recogimos la ropa que se secaba en las ramas de lo árboles. Subimos al bunker y allí nos esperaban Jackie y Sombra que se habían hecho un agujero para ellas.
Encendimos un fuego y asamos las ranas. Cada uno se comió una y media y la última se la dimos a Sombra y a Jackie. Suena el himno y los cuatro salimos corriendo de la cueva esperándonos la cara de la insoportable Laura. No sale su cara. La han conseguido salvar.
-Ya morirá de infección-dice Sandra.
-Nada de eso, los del uno y los del dos tienen muchos patrocinadores, así que…-dice Cristina.
Entramos en la cueva y nos tumbamos en nuestras camas, hablamos sacando diferentes temas de nuestros Ocendistric hasta quedarnos dormidos.