martes, 30 de octubre de 2012

Capítulo 5 -Sombra-

CRIS:
Me sentía perdida. Había perdido a mi amigo, el camino en dirección al río e incluso unos cuantos kilos, desde que estaba aquí todo eran pérdidas.
Caminaba constantemente alrededor del mismo árbol, mientras roía una manzana y miraba hacia todos lados. Solo me queda una manzana... -Pensé.
Moví la cabeza de un lado a otro, estaba desesperada. Llevaba el pelo atado en dos coletas y ví como uno de los lados se soltó de golpe. Busqué la goma por todas partes pero la encontré tirada en el suelo, estaba rota. La tiré al suelo de nuevo, con rabia y frustación, y me até el pelo en una única coleta con la goma que me quedaba.
Era incapaz de estarme quieta en el mismo sitio, por lo que empecé a andar con un cuchillo en la mano y otros tantos en todos los sitios posibles de mis pantalones. Sin darme cuenta llegué al pueblo y me encontré ante una iglesia que me hizo levantar la mirada.
Dentro, el silencio era absoluto y solo se veían unos bancos de madera y alguna que otra cosa. Mientras he entrado he contenido la respiración y ahora mis pulmones piden aire. Salgo corriendo, no me gustan las iglesias, y me encuentro con un gato negro y pequeño, de ojos azules que me mira con gran curiosidad. Doy un paso hacia delante, intentando espantarlo, pero el gato ni se inmuta y ni siquiera se digna a parpadear.
Paso del gato y empiezo a andar hacia una calle que me resulta un tanto familiar. Todo al rededor se llena de gatos y veo como el gato negro me sigue de cerca, soltando pequeños bufidos a todo el que se quiere acercar. Es una sensación extraña, pero me siento segura teniendo aquella pequeña sombra detrás de mí. El hambre que tengo hace que me adentre en una calle que contiene un montón de uvas, pero unos ruidos hacen que retroceda y me quede escuchando.
-¿Tienes hambre? -Se trataba de una voz femenina que parecía tremendamente aburrida.
-Si, pero no nos queda nada. -Esa voz la reconocí en un segundo, y una gran tristeza se instaló en mí.
-Cómete las bayas esas si quieres, todavía no me ha dado tiempo a comermelas.
-¿Estas segura de que no son venenosas?
-Sí, la chica esa con la que estuve aliada se comió unas cuantas.
-Vale...
Era increíble, ¡eran ellos dos! y la estúpida esa intentaba matarle. Por el tono de voz de él parecía casi inconsciente. Entonces miré que el gatito de color negro estaba entre mis piernas y contemplaba la imagen de esos dos.

ÓSCAR:
No la encontraba. Ni en el río, ni en el molino. ¡No estaba! Me encontraba con las esperanzas de  anoche en un puño y solo podía aferrarme fuerte para no desistir. Por suerte no se había oído ningún cañonazo y eso me daba algo de fuerzas para seguir con mi búsqueda.
Estaba sediento y recuedo que Cristina se quedó con la botella de agua grande, había acabado toda mi fuente de agua y decidí sentarme a la sombra de un árbol. Tenía la lengua totalmente seca y no conseguía encontrar ninguna fruta que me pudiese hidratar.
Entonces, una pequeña cantimplora plateada llegó hasta mis pies. Me puse en pie de inmediato.
-¿Quién eres?
Me acerqué al lugar de donde provenía la botella y descubrí a un chico con una espada escondido entre un arbusto.
-Alguien que tiene agua.
Por como sujetaba la espada habría jurado que era un profesional, pero se trataba de Carlos, del Ocendistric 6.
-¿Nos aliamos? -Su pregunta me hizo dudar, pero parecía alguien fuerte, y me ayudaría a buscar a Cris.
-Vale.
Volví sobre mis pasos y cuando fui a coger la botella de agua encontré una goma del pelo completamente rota. La posibilidad de que fuera de Cris era muy remota, pero por provar no perdía nada.
-Tenemos que encontrar a mi compañera.
Vi como Carlos miraba la goma y asentía.

CRIS:
Pensé rápido, cojí una piedra y la arrojé al otro lado de la calle. Me escondí rápidamente y ví como Aitana salía con sus dagas en la mano. Se alejó dejando a Álvaro a manos del destino. Estaba segura de que estaba muy malo y que se comería las bayas sin dudarlo. En cuanto Aitana se alejó lo suficiente me acerqué corriendo a Álvaro y le tiré las bayas de la mano.
-Te dije que no comieras esas bayas.
Álvaro me mira y veo como intenta coger sus armas, pero no tiene fuerzas. Saqué de mi mochila un poco de agua y se la dí, quedándome con la botella vacía. También le dí mi última manzana.
-Escúchame, Aitana te intentará matar ¿vale? -Él se limita a asentir. -Debes mantenerte alerta y hacerle ver que eres fuerte, entonces ella te verá como algo de utilidad.
Solo vi como Álvaro asentía y volvía a sonreír con picardía, ahora se encontraba mejor.
-Cristina... ¡Cristina! -Miro detrás de mí y descubro a Óscar. -Vámonos antes de que vuelva Aitana.
Óscar me sacó del callejón y junto con Carlos nos alejamos de aquel lugar, acompañados de mi querido gato de color negro, Sombra.

jueves, 25 de octubre de 2012

Capítulo 4 -Confía en volver a encontraros-


Nos despertamos solos al día siguiente, desayunamos un par de gorriones que logramos cazar y después fuimos al pueblo.

Por el camino escuchamos unas voces que decidimos seguir. En una cueva encontramos a la chica del seis y a la chica del cuatro. No salimos para matarlas ni para aliarnos, sino que seguimos nuestro camino. Una vez en el pueblo los profesionales tenían su comida apilada a los pies del frontón. Al otro lado pudimos distinguir a Aitana y Álvaro ¡Se habían aliado! Y por último a nuestra izquierda a treinta metros estaba la chica del nueve. Cuando íbamos a salir la chica del nueve, Sandra, salió corriendo. Todos nos esperábamos su muerte porque se abalanzaron contra ella pero ella se escabulló cogió una mochila, un saco de dormir y un cuchillo y se fue corriendo. Los profesionales la siguieron y dejaron a uno al cargo. Entonces nosotros dos salimos, ella nos vio y saco su espada. Entre doloroso sufrimiento conseguimos llevarnos una mochilas con comida cada uno, dejando a Laura en el suelo. Después de nosotros salieron Aitana y Álvaro, cogieron sus cosas y se fueron.

Volvimos a nuestro sitio en el río. Destrozamos las camas de juncos que nos hizo Aitana y nos pusimos a andar porque no queríamos estar en un sitio que ya sabía alguien.

Paramos un rato para curar la mano de Cristina mientras ella hacía muecas de dolor. Por suerte las mochilas traían varias vendas que calmaban el dolor. Cuando terminamos nos pusimos en camino.

Después de una o dos horas vemos un puente enorme y un pueblo a lo legos empezamos a correr pero antes de llegar a los pastos salimos volando por los aires cayendo entre los árboles ¡hemos llegado al límite de la arena!

Decidimos darnos la vuelta y acampar por allí en cualquier sitio.

Por la noche hacemos una pequeña hoguera en el suelo y empezamos a coger peces en el río.

-¡Tenemos tres peces!

-¡Y dos mochilas casi llenas!

Después de cenar los peces asados, las frutas, los frutos secos, solo nos quedaba una mochila llena. Nos repartimos la comida y cada uno la metió en su mochila. Por la noche nos escondemos en un terraplén que está lleno de arena rojiza y suave. Suena el himno y me esperaba la cara de la chica del nueve que salió antes y se fue corriendo, pero su cara no sale, no sale la cara de nadie.

Al día siguiente despertamos acurrucados, hacía frío. Nos dimos cuenta que pasaba un río por nuestro lado, por la noche no lo vimos, era grande y ancho. Nos metemos, el agua esta helada, cada vez mas y mas, hasta que se ve como la corriente trae el hielo hacia nosotros a una velocidad que podría alcanzarnos si no corremos ya.

Empezamos a correr hasta que llegamos a tierra. Ahí observamos como el hielo sigue bajando por el río.

Nos ponemos encima del hielo y vemos que puede con nosotros. Empezamos a saltar para ver si es sólido.

-Han intentado matarnos- Dice Oscar.

-Sí, si no hubiésemos salido a tiempo nos habríamos quedado congelados hay dentro.

Nos ponemos la camiseta, los pantalones y empezamos a andar siguiendo el río. Empezamos alejarnos del río cuando en las piedras se ve a alguien que nos está espiando. Sabemos que es alguien más mayor que nosotros y que podría saltarnos encima en cualquier momento.

CRIS:

Veo a una persona entre las piedras, saco las armas de la mochila disimuladamente, me junto a Oscar y veo como saca su látigo, un cuchillo, y una daga que le robé a Aitana y yo cojo un par de cuchillos de mi cinturón.


Detrás de nosotros salta el chico del siete, Néstor. Es del ocendistric de Aitana. Néstor tiene dos largas y afiladas espadas con las que quitarnos la vida. Rápidamente empieza a moverse y empezamos a gritar como locos hasta que salta la chica del ocho clavándole un cuchillo en la espalda, él grita y se va corriendo. Cuando volvemos a mirar donde estaba Ángela ¡Había desaparecido!

Nosotros seguimos andando y subimos a una montaña, a lo legos se veía el pueblo, seguimos nuestro camino pero nos pasó lo mismo, volvimos a llegar al límite, y salimos volando por los aires. Nos levantamos del suelo y lo que no nos esperábamos es que salieran Laura, Edu, Fénix, Fernando, Marco y Marcos cada uno con dos armas diferentes. En ese momento nos miramos y empezamos a correr.

Empecé a correr y pensé que mis pies pararían en cualquier momento. Vi que me empezaba a alejar de Oscar así que nos dividimos. Cada profesional seguía a uno. A mí me seguían Laura, Edu y Marcos. Corrían demasiado así que me iban a coger en cualquier momento. Empecé a ir de un lado para otros y al final los conseguí despistar. Me subí a un árbol, uno bajo pero con muchas hojas. Subí demasiado deprisa y mi mano empezó a sangrar de nuevo. Pero ahí me quedé hasta que pasaron por debajo de mí. Cuando se habían alejado lo bastante empecé a gritar el nombre de mi compañero.

Nadie me contestaba y me acabé durmiendo en mis lágrimas.

ÓSCAR:

Empecé a correr angustiadamente mientras miraba a la cara pálida de Cristina. Ella se alejaba de mí así que decidí correr hasta más no poder. Me seguían Fénix, Fer y Marcos. Corrían a gran velocidad y los llevaba pisándome los talones. Me freno en seco y Fer tropieza con mi pie cayendo al suelo de cabeza, Fénix choca con mi brazo dándose en la cara y Marco sigue corriendo hacia delante. Corro en dirección contraria y me meto en el río que ya está casi descongelado. Tengo asomada la cara desde los ojos hacia arriba. Ellos pasan corriendo por la orilla y acaban desapareciendo entre los árboles. Salgo del agua y empiezo a buscar a Cristina, no me contesta así que la tomo por muerta. Empieza a anochecer y abro la mochila echándola de menos.

CRIS:

Estaba despierta cuando sonó el himno, por suerte todavía me quedaban vendas en la mochila y mi mano ha dejado de sangrar. Suelto unas lágrimas mirando al cielo, que se ilumina con el símbolo del Ocentolio. Justo después, un grito de felicidad sale de mi garganta, ¡no aparece ninguna cara en el cielo! Empiezo a gritar el nombre de Óscar desesperada por volver a verle.

OSCAR:

A mitad de la cena empieza el himno, me tiro boca arriba en el suelo pensando ver la foto de mi compañera de ocendistric, pero… ¡no salen caras!
Empiezo a gritar el nombre de Cristina.



Solo se escuchaban las voces de Cristina y Óscar en toda la arena. Pero se habían alejado demasiado y el eco de la arena hizo que cada uno tomara un rumbo distinto. Alguien poderoso no quería que los dos aliados del Ocendristic 5 se volvieran a juntar.

martes, 23 de octubre de 2012

Capítulo 3 -Libertad Amarilla-


CAPÍTULO 3 –LIBERTAD AMARILLA-

CRIS:
Hay veces, en las que un momento cambia toda tú vida. El día en el que decidimos perder nuestro futuro, todo cambió para nosotros. Ahora estamos aquí, en un sitio frío y hostil en el que no puede haber nada bonito que te alegre el día. Pero por lo menos, nos tenemos el uno al otro.
-Venga Cristina, que te vas quedar dormida.
Yo sólo puedo sonreír y caminar al lado de Óscar. Me gustaría estar con él a solas, como cuando éramos más pequeños, pero con Aitana aquí ya nada es seguro. Hemos empezado una etapa difícil y empiezo a pensar que tener a Aitana de aliada es peligroso. Es fuerte y tiene un arma que me da bastante miedo, empiezo a pensar que no fue buena idea robar esa arma de la Cornucopia.
Es de día, sobre las once de la mañana, y el calor ya está empezando a hacer efecto en nosotros. Vamos camino a ninguna parte, con la esperanza de encontrar algún arbusto con bayas.
-¿Dónde encontraste las moras Cristina? –Me pregunta Aitana, esperando la respuesta, soy yo o… ¿tiene brillo en los ojos?
-Unos metros más adelante.
Observo como asiente y los tres empezamos a andar más deprisa, deseosos por llevarnos unas moras a la boca. Llegamos y la escena me deja un poco confusa, donde antes se encontraban las moras ahora solo hay mogollón de bayas amarillas. Ni Óscar ni Aitana se han dado cuenta de los cortes que tiene un árbol cercano, y mejor irnos de aquí antes de que se den cuenta.
-¿Son comestibles? –Pregunta Óscar mirándolos desconfiadamente.
Voy a avisarle de que ni siquiera pegue un mordisco, pero entonces veo que Aitana tiene sus armas muy a mano. Es nuestra aliada, no debo desconfiar de ella, pero algo muy fuerte me dijo que mintiera.
-Por supuesto, -Aitana me mira desconfiada –yo misma comí ayer unos cuantos.
Me acerqué a ellas y mire a Óscar alarmada, ¡se iba a comer uno!
-Tienen sabor a limón. –Eso iba exclusivamente dirigido a él.
Abre los ojos y tira la baya al suelo, por suerte Aitana no lo ha visto y empieza a recoger más bayas. Óscar me mira con una cara de tremenda confusión y yo solo puedo guiñarle un ojo.

ÓSCAR:
No he entendido muy bien lo que Cris quería hacer, pero confiaba en ella y ayudé a recoger esas peligrosas bayas amarillas.
Ha llegado la hora de la comida e intentamos convencer a Aitana de que comamos las bayas por la noche.
-Venga Aitana, esta noche nos daremos un festín para celebrar que seguimos vivos.
Parece que mi propuesta le ha parecido bien y no la discute, asiente y comemos un par de galletas que trajo Cris de la Cornucopia.
Serán las cuatro de la tarde y el sol cada vez es más intenso, es imposible permanecer durante más tiempo bajo el sol. Esparcidos por el suelo, acabamos los tres tumbados cerca al río.
En mi sueño aparece mi hermana, con la vida y la gracia que siempre tenía. Sonriéndome y revolviéndome el pelo cuando hacía algo mal. Luego aparecen otras imágenes, ella en la arena viendo morir a su compañero, cuando tenía hambre, y por último, ella muriendo.

CRIS:
Observaba como Óscar sonreía en sueños y como después empezaba a ponerse triste. ¿Pensaría en su hermana?
Una rama cruje detrás de unos arbustos, haciendo que se me ericen todos los pelos de los brazos. Me levanto despacio, sin hacer ruido y sin despertar a nadie. Me acerco al arbusto y veo a alguien que sale corriendo, le sigo esperando que no sea un profesional. Corro detrás de él hasta que me escondo y él se cree que me he ido. Me acerco y giro la curva a la derecha, esta donde las bayas amarillas, llevándose una a la boca.
-Yo que tú no comería eso. –Veo como él sonríe y me mira de reojo.
-¿Y por qué debería hacerte caso?
-Mm… ¿Tal vez por qué si muerdes esa baya acabarás muerto?
Parece que le he convencido y me acerco a él, no sé quién es, ni que armas tiene así que acerco en todo momento mi mano al cuchillo.
-Su nombre es Libertad Amarilla.
-¿Y por qué tiene ese nombre?
Me acerco más a él y le quito la baya de la mano.
-Porque te promete una muerte sin dolor, liberándote de la vida.
Parece pensativo y veo como rápidamente saca el cuchillo, pero ya tiene el mío pinchando su estómago.
-¿Y puedo saber el nombre de mí salvadora?
Vale, definitivamente este chico es gilipollas. Tiene un cuchillo a punto de matarle y sigue diciendo estupideces.
-No si yo no sé el tuyo.
-Álvaro, Ocendistric 8.
Me tiende la mano y yo lo miro desafiante, se está quedando conmigo.
-Hazme un favor. –Veo como asiente y continúo. –No comas esas bayas y mantente vivo hasta el final, espero volver a verte.
-Te lo prometo.
Y con esas palabras, me doy la vuelta y camino en dirección al río, esperando volver a verle algún día.
-Todavía no sé tú nombre.
-¡Puedes llamarme Cris! –Grito ya a muchos metros de él.

ÓSCAR:
He tenido tres pesadillas en una hora, y me he despertado pálido como un fantasma. Cristina ya estaba despierta y había traído más bayas amarillas, ¿qué es lo que pretendía? De momento me da un poco igual.
Cristina y yo nos volvemos a acostar, por un rato más no nos pasará nada.
Habían pasado unos diez minutos y sentí como si alguien se moviese a nuestro alrededor. Sonó un grito y varios insultos salieron de la boca de Cris, que se cogía la mano derecha con un cuchillo que había cogido por la parte afilada.
-¡Traidora!
Lo siguiente que vi fue a Aitana correr con una mochila que seguramente estuviera llena de comida. Cristina se levantó furiosa y cogió un cuchillo con la mano izquierda, lo lanzó y dio en la pierna de Aitana, que tuvo que continuar su camino cojeando.
-¿Qué ha pasado? –Pregunto rápidamente.
-La pillé intentando robarme el cuchillo y me ha rajado toda la palma de la mano.
Mire su mano y todo lo que veía era sangre…

domingo, 21 de octubre de 2012

Capitulo 2 -LA ARENA-

CAPÍTULO 2 -LA ARENA-
 
OSCAR:
Una vez que los veinticuatro tributos estamos en los cilindros empiezan a subir.
Nos miramos las caras los unos a los otros y después miramos a la cornucopia para ver que es lo que podemos coger. El tiempo ya esta activado, es eterno y no ayuda saber que cuando pises tierra vas a estar muerto en cualquier momento.

Solo quedan doce segundos cuando el chico del once pega un salto desde su cilindro al suelo y sale volando por los aires. Todos ponemos cara de angustia, pero volvemos a mirar el tiempo, ¡solo quedan 4 segundos! 3... 2... 1... suena el cañonazo y todos los tributos nos vemos envueltos en el baño de sangre.
Rapidamente nosotros dos nos juntamos y cogemos algo de comida y armas mientras que los demás tributos se pelean y se matan entre ellos.

Veo como el tributo masculino del seis, Carlos, le clava una lanza a la chica del tres, Marta. No puedo hacer nada más que mirar como el compañero de Marta, y hermano, llamado Fer, sale corriendo hacia Carlos con ansias de venganza.
Cristina me coge del brazo y nos perdemos entre las calles y caminos que hay.

Se escuchan los gritos que salen de la cornucopia. Y nosotros nos subimos a un tejado para que nadie nos vea. Abrimos la mochila para ver lo que tenemos: cuatro cuchillos, un látigo, dos botellas vacías, un abrigo, frutos secos, manzanas y un royo de cuerda.

Planeamos un plan para mañana. Cris está convencida de que no podemos quedarnos aqui eternamente. Por lo que empezamos a discutir:
-Este podría ser nuestro sitio- Dice Óscar – es perfecto.
-No, nos encontrarían.
-Eso no es cierto.
-¿Si nosotros hemos encontrado este sitio porque ellos no?
 
***

Tras una larga discusión acabamos los dos dormidos.
Cris me despierta nada más escuchar unos pasos por esa misma calle, nos asomamos desde el tejado y vemos a dos profesionales del uno, Fenix y Laura, y al masculino del dos, Edu.
Nos volvemos a meter en el tejado, van rompiendo puertas para entrar en las casas y matar al que haya dentro. Suena el himno y aparecen la cara de los tributos muertos. Aparece la chica del dos llamada Diana, la del tres Marta, los dos del diez, el chico del once, y por último la tributo femenina del doce.
Han muerto seis en el primer día.

Al día siguiente nos despertamos y de inmediato decidimos irnos a otro lugar.
Pensamos en que al ser el segundo día todos estarán por el pueblo, así que decidimos irnos a las montañas que nos rodean.

Una vez en la montaña sacamos las armas para cuando nos encontremos con un animal matarlo para la comida o la cena.

No nos encontramos con nada. Nos parece raro que los patrocinadores y mentores no hayan hecho ninguna aparición. Estos juegos nos quedan demasiado grandes a los dos, los demás tributos o son más mayores, o más fuertes, o más altos, o incluso más rápidos...
 
-Los del uno, dos y cuatro tienen que estar en la cornucopia. -Me informa Cris. -Todos los años están.
-Si, se quedan en la cornucopia para no tener que cazar, se quedan con la comida del Ocentolio.
-Es bueno que nos hayamos alejado de ella.

Es la hora de comer, nos ponemos en la sombra de un árbol a comer las manzanas y los pocos frutos secos que quedaban.
Empezamos a andar sin parar, ya casi deshidratados por el sol. Se ve un camino abajo. Un camino ancho donde el aire es húmedo y huele a verduras. Por hay pasa un río, un pequeño río de limpias aguas. Bebemos y después llenamos las botellitas para el camino. De entre los árboles del campo sale la chica del siete, Aitana, con dos cuchillos en cada mano y dispuesta a matarnos. Se abalanza contra nosotros dos, pero nos apartamos y cae al suelo. La decimos que no queremos matar a nadie y que si se quiere aliar con nosotros. Aitana nos mira y dice que como puede confiar en nosotros. La tiramos la bolsa de manzanas a los pies y se agacha a cogerlas. Mete la mano, coge una y nos devuelve la bolsa.
-Aliados entonces.

Nos ponemos a caminar hacía la montaña por donde hemos venido, nos desviamos hacia el otro lado encontrándonos con un árbol lleno de cerezas. Los tres pensábamos que estamos muy lejos de la cornucopia, pero nos asomamos por el barranco y hay estaban los profesionales tumbados en el suelo atiborrándose de comida.
¡Ahora eran mas! Laura, Fenix, Edu, Fernando del tres y Marcos del nueve.

Necesitábamos algún plan para coger algo de esa comida.
Aitana y yo distraeríamos a los profesionales mientras que Cristina robaba la comida metiéndose en la cornucopia.
-Si nos separamos quedamos en el río donde encontramos a Aitana – Dice Cristina.
 
Dicho y hecho, Aitana y yo nos pusimos delante de los profesionales para que nos siguieran. Nos pusimos a correr en la misma dirección que antes, hacia el monte. Entre tantos árboles los perdimos y fuimos al río, allí nos esperaba Cristina con tres mochilas llenas de comida y armas nuevas.

Esta vez acampamos en medio del bosque. Aitana fue a encender una hoguera pero no la dejamos. Si encendemos una hoguera nos encontrarán. Durante antes de cenar Cristina desaparece durante un tiempo y empiezo a pensar que la hayan podido coger, entonces se oye un grito y el cañonazo viene después. Me levanto de un salto y corro unos metros por donde se fue, pero ella aparece asustada y con las manos llenasde moras. No tengo ni idea de donde las habrá sacado pero no pongo objeciones, doy gracias por que esté viva. 

Estamos despiertos, comiendo desesperadamente sentados en el suelo mientras miramos al río. Se ven los pocos y diminutos peces que hay. Mientras Aitana intenta cogerlos nosotros dos estamos hablando con los pies descalzos metidos en el agua. Se escuchan unas voces que se acercan así que nos escondemos detrás de los matorrales camuflando las mochilas para que no las vean.
Era Marco del cuatro. Iba hablando solo, haciendo sus propios planes sobre asesinar y nosequé de venganza. Seguro que él ha matado al último tributo que ha muerto. Cuando se va volvemos a salir y Aitana vuelve a intentar coger peces. Esta vez nosotros hablamos donde las mochilas pero nos interrumpe el himno que suena a todo volumen.
Cuando se acaba sale la cara del chico del doce. Nos metemos en los matorrales y nos dormimos.


CRIS:
Al amanecer descubro que la cabeza de Aitana está sobre la pierna de Oscar y la cabeza de Oscar esta sobre mi estomago vacío. Dejo la cabeza de Oscar encima de un jersey y me subo a un árbol para coger los huevos de un pájaro.

Una vez que los tres estamos despiertos nos comemos los huevos que he frito sobre una piedra al sol.

Nos ponemos a caminar hacia la montaña y cuando estamos arriba podemos observar una casa vieja que esta al lado de un río enorme. Bajamos corriendo y en la entrada pone: MOLINO.

Cogemos agua y la metemos en nuestras cantimploras casi vacías. Nos metemos en el río para intentar limpiarnos toda la suciedad del suelo.
Después empezamos a comer en la parte trasera de la casa cuando se escucha un grito agudo y luego suena el cañonazo. Los tres nos escondemos y aparece Marco de nuevo. Con un cuchillo lleno de sangre. Lo mete en el río, lo lava y se va.
Volvemos a salir cuando vemos el aerodeslizador que se lleva un cuerpo, del que cuelga una melena dorada.

Después encontramos una cueva un poco más allá del molino. Tiene una pequeña entrada de medio metro por la que tienes que pasar tumbado. Ese era un buen sitio donde poder escondernos hasta ser los últimos pero nos damos cuenta que hay tres pequeños zorros acurrucados en una esquina, así que salimos despacio y nos vamos. Aun que si por mí fuera habrían sido una comida estupenda, pero Óscar se niega a matarlos.
Por el camino nos encontramos a Fenix y a Fernando cada uno con un par de cuchillos, un hacha y un arco.
Saco las armas que tenía en la mochila y se las reparto a Aitana y Óscar, yo ya tenía mis armas en el cinturón y por todo el pantalón.

OSCAR: Empezamos a correr hacia ellos mientras Aitana les ataca con un arma que ha conseguido nueva Cris, mientras que esta no para de lanzar cuchillos cortando todo lo que se les pone por medio. Yo por mi parte, intento hacer lo mismo con el látigo. En un momento siento un flechazo en la pierna y caigo al suelo. Fernando se tira sobre mí para clavarme la espada en la cabeza, pero Aitana le interrumpe el paso y Cris le clava un cuchillo en la tripa. Los parpados me pesan y se me cierran los ojos.

CRIS: Saco las armas de la mochila y el primer cuchillo que encuentro en mi cinturón se lo tiro a Fenix, le doy en el brazo y él me da con la espada en la tripa de inmediato. La raja que me ha hecho no ha sido profunda pero me mareo bastante. Pierdo sangre y caigo al suelo viendo como Aitana se pelea con Fénix y Fernando.

Despertamos casi por la noche y Aitana nos ha hecho una cama de juncos que ha cortado del río. Cenamos y al rato suena el himno y sale la cara de la chica del once que es la que mató Marco. Después de eso le damos las gracias a Aitana por todo lo que ha echo por nosotros. A partir de mañana les plantearé entrenar con las armas.

viernes, 19 de octubre de 2012

Capítulo 1 -CUANDO TODO EMPIEZA-


CAPÍTULO 1 -CUANDO TODO EMPIEZA-

CRIS:

Todo desaparecía a mí alrededor mientras que Picara Shender se acercaba a la urna de las chicas, sentía como si mi final se avecinara. Observé a cámara lenta como introducía su mano en la enorme urna.

Contemplaba a la extraña mujer, mientras cruzaba los dedos deseando con todas mis fuerzas no ser yo...

-María Lyda.

Y no soy yo, es una chica de dieciocho años, de pelo largo y castaño, que sube dando pequeñísimos pasitos hacia el escenario. La conozco bien, y sé que se siente como un pajarillo enjaulado.
Un grito desgarrador se oye en aquel denso centro de murmuros. Me giro, para comprobar lo que no deseaba ver. Delante de mis ojos, mi madre sujeta a su cuñada, que ha acabado en el suelo presa del llanto. Ver a mí tía así me hace centrar toda mi atención en María, que ya ha llegado al escenario y Picara la mira interrogante.

-¡Me presento voluntaria! -Esa voz, que parece tan segura y a la vez un tanto ausente, hace que se me ericen todo los pelos del cuello.

Miro a mí alrededor, y todo el mundo mira a la persona que se ha atrevido a presentarse voluntaria. Me miraban a mí. Logro ver la tristeza de mi madre y la sorpresa de mi tía, quien
me despedía dándome unas eternas gracias.
Voy paso a paso, un tanto acobardada pero segura de lo que hacía. Me acerqué a María e hice que bajara del escenario. La abrazo y le doy un beso en la mejilla, para después susurrarla al oído.

-Ahora eres libre, como siempre soñabas cuando éramos pequeñas.

Solo se escucha silencio, o al menos mis oídos no me dejan oír nada más. Subo a paso lento al triste escenario, por dentro puede que me encontrara en un absoluto caos, pero por fuera... Sabía lo que hacía: ¡Salvar a mi prima del maldito juego! Pícara me esperaba con una gran sonrisa y unos labios color amarillo
-¿Podrías decirme tú nombre?
-Cristina Lyda.
-Aah... ¿Así que se trataba de tú hermana?

Esbozo una gran sonrisa y Picara me mira confusa.

-No -La miro desafiante a los ojos. -Es mi prima.

Le guiño un ojo a María y veo que está a punto de echarse a llorar.

Se gira en cuanto la contesto y se dirige a la urna de los chicos, me dan ganas de empujarla y que se caiga de sus zapatos de plataforma, pero debo contenerme para que mi familia no pague la consecuencias. Mis dedos seguían cruzados, templaban y rogaban por él. Por mi mejor amigo.


OSCAR:

Estamos todos callados mirando a Picara que se está acercando a la urna de las chicas. Me siento como si estuviera sin oxigeno, como si me estuviera ahogando. Lo único que me calma es que esa urna es la de las chicas.

Una vez que tiene el papel se acerca al micrófono y se aclara la garganta.

-María Lyda.
Y fue ese momento, el que me hizo ver el futuro. Sabía quién se iba a presentar voluntaria por María, sabía lo que yo haría después y podía prevenir lo que se nos avecinaba a la que era mi mejor amiga y a mí, una muerte segura.
Veo como Cristina sube un tanto temerosa al escenario, pero también decidida a salvar a su prima.
- Cristina Lyda. -Es lo único que logro escuchar tras dejar de pensar en lo que iba a hacer.

Picara se empieza a acercar a la urna de los chicos, pero antes de que coja el papel y diga el nombre subo al escenario, es mi momento.

-Me presento voluntario como tributo. -Grito con rabia.

Picara se queda mirándonos a Cristina y a mí y luego grita triunfante:
-Ya tenemos a los tributos de nuestros 45º OcenGames.

NUESTRA HISTORIA

Todo iba a cambiar, sus vidas ya nunca serían como hasta ahora. Los dos lo sabían, y habían decidido dar su futuro para cosas distintas. Cris para salvar a su prima, la única que la comprendía y a la que quería. Óscar, por pura venganza, su hermana mayor había muerto hacía ya un año, cuanto un tributo de otro ocendistric la cogió del cuello hasta matarla.

jueves, 18 de octubre de 2012

P&P Presentación & Prologo


¡Bienvenidos a esta nueva historia de la increíble triología de Los Juegos del Hambre!
Nosotros somos dos fans de los juegos del hambre y un día se nos ocurrió esta historia.

Bueno, lo primero es deciros que estos NO son los Juegos del Hambre. Se llaman Ocen Games y la arena... es un poco particular. En LJDH siempre habían sido sitios de la naturaleza; bosques, lagos, selvas, etc. Pero en estos juegos, la arena será nuestro pueblo. Montañas, casas, caminos, montes, y todo lo que te puedas encontrar.
Por lo demás, todo será parecido. Matar o Morir, sobrevivir, aliarse, profesionales...

La Cornucopia estará situada en la Plaza, más o menos el centro de la arena.